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. “No dormiréis, malditos de la espada”
Rafael Alberti
Aunque dormisteis al fin
y despertasteis, malditos.
Malditos de la espada manchados de la sangre reseca de entonces,
hecha parné, no ya carne.
Despertasteis y nos dormisteis
ya no con hojas afiladas ni balas para acallar las almas,
sino con otras hojas, no ensangrentadas,
pero sangrantes de libertades;
sino con otras balas más brillantes,
hechas de papel de plata.
Dormisteis y despertasteis ladrones,
no ya asesinos,
porque muertos los ya muertos
os interesa más tenernos vivos.
Consumidores, no consumidos.
Compradores, no vendidos como vendisteis
a los hijos del campesino.
Os renta más, en fin,
provocar la usura que la fisura.
Por estar vivos pagamos las cuentas de los vencidos
y de los bandidos, y dejamos de ser hacinados
para ser asalariados.
Dormisteis, malditos.
Dormisteis al fin, cabrones,
estabais vivos.
Descansasteis y despertasteis y nos vendisteis el filo
de la paz del que paga y calla,
el sosiego del que gana y gasta,
pagando vidas con vales a canjear
por la mierda que os fabricamos
muertos en vida cada mañana.
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