miércoles, 10 de febrero de 2010

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte I: A este lado del espejo

.
DE VUELTA

Vengo siguiendo el rastro del agua,
pero tampoco aquí doy con la soledad de la mata.
Porque siempre me acompañan dando saltos y saltos
en el hueco entre mis orejas rojas.
¿Los oyes? Hablando siempre cuando todos callan.
Siempre. Siempre hablan,
y su jerigonza revuelve en una sola frase ininteligible, infinita, caótica,
el pasado que siempre condena,
el futuro que casi nunca alberga mi misma esperanza,
los esfuerzos, sólo los errados,
los quehaceres, siempre vanos,
la herida abierta en el mapa de mis distancias,
la pereza que creen inmerecida y hacen creer tortura,
todas, todas las palabras.
¿Sabes tú acaso acallarlas?
Dales la dulce muerte que todo lo aplaca.

La de los ruidos que ya no forman parte de la parte que te toca.
Por ser sombras y más sombras.
Que se extingan a la luz para ser alma.
Sólo luz, sólo ánima.

Pero cómo si nunca callan.
Si nunca, nunca, nunca callan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario