sábado, 27 de febrero de 2010

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte III: Al otro lado del cristal.

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. “No dormiréis, malditos de la espada”
Rafael Alberti

Aunque dormisteis al fin
y despertasteis, malditos.

Malditos de la espada manchados de la sangre reseca de entonces,
hecha parné, no ya carne.

Despertasteis y nos dormisteis
ya no con hojas afiladas ni balas para acallar las almas,
sino con otras hojas, no ensangrentadas,
pero sangrantes de libertades;
sino con otras balas más brillantes,
hechas de papel de plata.

Dormisteis y despertasteis ladrones,
no ya asesinos,
porque muertos los ya muertos
os interesa más tenernos vivos.
Consumidores, no consumidos.
Compradores, no vendidos como vendisteis
a los hijos del campesino.

Os renta más, en fin,
provocar la usura que la fisura.

Por estar vivos pagamos las cuentas de los vencidos
y de los bandidos, y dejamos de ser hacinados
para ser asalariados.
Dormisteis, malditos.
Dormisteis al fin, cabrones,
estabais vivos.
Descansasteis y despertasteis y nos vendisteis el filo
de la paz del que paga y calla,
el sosiego del que gana y gasta,
pagando vidas con vales a canjear
por la mierda que os fabricamos
muertos en vida cada mañana.

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte II: Entre la espalda y la pared

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AYAHUASCA

Plantas y plantas,
ecos y ecos.
Las palabras que no alcanzan
a desentrañar el lazo en mi pecho
por ser cobra privada del cielo.
Por ser simio hechizado de cumbres.
Por ser hombre bajo techo ajeno.
Por ser tierra.
Por haber muerto y renacido.
Por descubrirme ligado al reino de todo lo que respira dentro.
Por enamorarme del viento.

martes, 16 de febrero de 2010

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte II: Entrela espalda y la pared

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INTENTOS

Me interno entre las olas mansamente,
a contracorriente,
y no logro nunca dejar de hacer pie
mas que en la fosa abisal de tu entrepierna.
Enciendo otro cigarro para que su humo
me libre de saturarme con el olor de tanto cuerpo.
Me reinvento o eso creo.
Inundo mi cabeza de versos
intentando en vano acorralar todo entendimiento.
Rebozo mis piernas y mi pecho con los colores de la tierra
por ver si así me fundo con el suelo y ni aun así.
Extiendo mis brazos cuanto puedo
y reto al cierzo a que me lleve lejos
pero no logro alzar el vuelo más allá de tu lecho
y allí, menos mal, me pierdo
y desdibujo los contornos a través del tapiz de tu pelo.
Cambio el rumbo de mis manos.
Cambio el gesto y te sonrío.
Hundo mis pasos en la niebla por ver si al otro lado
me vuelvo invisible o me extravío
pero las luces difusas de los faros y mi ruina
me trazan siempre este mismo camino.
Por suerte al final siempre vuelvo a tu ombligo
y allí me demoro, pero no es suficiente hechizo
como para que desaparezca el tiempo.
Así que desisto.
Asumo mi cuerpo partido,
mi trazo torcido.
Regreso…

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte II: Entre la espalda y la pared

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HASTÍO

Hastío de pretenderme inerme
en la insensata cotidianeidad
que una y otra vez me arremete
por saberme defendido.
Rígido. Macizo.
Hastío.

Hastío de no conseguirlo
y de vestirme de despiste
y de olvidarme los contornos
y de disiparme otra vez en tu recuerdo.

El laberinto de calles se vuelve escudo
y me pierdo y parapeto por tres días,
por dos noches si te encuentro.
Hastío.

Hastío de que este hastío
no lo sienta como el propio
y lo excuse como el común
que se expande y me invade.
Y aunque por fuera carcajee,
dance o te seduzca,
juegue al despiste con la noche
y goce de ti hasta el amanecer,
y aunque al alba exhausto insomne
redacte mil líneas como exorcismos
contra mi sombra en el papel,
me hastío y me alzo al día,
desde tu cama a la ciudad, abajo,
y redescubro mil rincones en mi seso
y el asfalto que ya no logro reconocer
como propios y me hastío.

Y hastiado de defenderme
por pensar que todo me arremete,
vuelvo a la noche exhausto
y dejo caer los brazos crispados
de amenazas ideadas de la nada
y me repliego al fin a tu almohada
y me rindo expuesto a los sueños
y al fin duermo.

viernes, 12 de febrero de 2010

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte I: A este lado del espejo

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1.

No, diré que no
a ese límite de lo que soy
al margen de lo que fui.

2.

No diré que no
a ese límite de lo que soy,
al margen de lo que fui.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte I: A este lado del espejo

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DE VUELTA

Vengo siguiendo el rastro del agua,
pero tampoco aquí doy con la soledad de la mata.
Porque siempre me acompañan dando saltos y saltos
en el hueco entre mis orejas rojas.
¿Los oyes? Hablando siempre cuando todos callan.
Siempre. Siempre hablan,
y su jerigonza revuelve en una sola frase ininteligible, infinita, caótica,
el pasado que siempre condena,
el futuro que casi nunca alberga mi misma esperanza,
los esfuerzos, sólo los errados,
los quehaceres, siempre vanos,
la herida abierta en el mapa de mis distancias,
la pereza que creen inmerecida y hacen creer tortura,
todas, todas las palabras.
¿Sabes tú acaso acallarlas?
Dales la dulce muerte que todo lo aplaca.

La de los ruidos que ya no forman parte de la parte que te toca.
Por ser sombras y más sombras.
Que se extingan a la luz para ser alma.
Sólo luz, sólo ánima.

Pero cómo si nunca callan.
Si nunca, nunca, nunca callan.

GRACIAS

De ahora en adelante tengo que agradecer a Nico, con la mediación de Francho, que pueda continuar colgando aquí mis cosas. Mil gracias.