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HASTÍO
Hastío de pretenderme inerme
en la insensata cotidianeidad
que una y otra vez me arremete
por saberme defendido.
Rígido. Macizo.
Hastío.
Hastío de no conseguirlo
y de vestirme de despiste
y de olvidarme los contornos
y de disiparme otra vez en tu recuerdo.
El laberinto de calles se vuelve escudo
y me pierdo y parapeto por tres días,
por dos noches si te encuentro.
Hastío.
Hastío de que este hastío
no lo sienta como el propio
y lo excuse como el común
que se expande y me invade.
Y aunque por fuera carcajee,
dance o te seduzca,
juegue al despiste con la noche
y goce de ti hasta el amanecer,
y aunque al alba exhausto insomne
redacte mil líneas como exorcismos
contra mi sombra en el papel,
me hastío y me alzo al día,
desde tu cama a la ciudad, abajo,
y redescubro mil rincones en mi seso
y el asfalto que ya no logro reconocer
como propios y me hastío.
Y hastiado de defenderme
por pensar que todo me arremete,
vuelvo a la noche exhausto
y dejo caer los brazos crispados
de amenazas ideadas de la nada
y me repliego al fin a tu almohada
y me rindo expuesto a los sueños
y al fin duermo.
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