lunes, 28 de diciembre de 2009

LA HORA DE LA CRISÁLIDA

AQUÍ ABAJO

Suena como Stalingrado con sus sirenas naranjas
entre tripas de hormigón y tejados de amianto.
Aquí abajo.

(Que ya van días que no te lloro
y hoy lo he hecho dos veces
y sin relajo,
con los brazos en el vientre
y encrispando las manos
como garras para arañarme la rabia,
desgarrarme el olvido,
amenazar los abrazos.)

Las calles, aquí abajo,
entre zócalos de hormigón y cabezas de amianto,
se extienden, madre, como tu cáncer, invadiendo mi espacio,
inundando los pulmones del paisaje, como los tuyos,
de gargajos.

(Y noto latir aún en mí tu muerte
como el día que me apretabas en vida sin vida los brazos.
Aquí. Abajo.)

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte III: Al otro lado del cristal

DESDE MI CÁRCEL VERDE
El salvaje está reñido
con el hombre sordo del tintineo.
La madeja que nos une,
desmembrada por el estruendo metálico,
se zarandea buscando atisbos
de la alimaña que gruñe y piensa.

Cada día mueren mil almas presas de la avaricia de nadie
y cubos repletos de ideas confusas y luces
iluminan al unísono las celdas de los durmientes.

Hay un tufo, una peste como a desidia y humo
atorando ausentes rostros,
arrancando eructos de las gargantas,
hediendo por las avenidas a jornada gastada
y petróleo abrasado.

El salvaje se retuerce desde su trono profundo
desequilibrando la jaula que nos mantiene,
lacerando almas que se postran, así, un poquito más,
al gobierno de papeles pintados,
de rechazo al llanto,
de ilusiones intactas de no usarlas.

martes, 22 de diciembre de 2009

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte I: A este lado del espejo

METAMORFOSIS

A cada salto le seguía una estela de briznas de paja.
Tierra a la tierra y un balanceo. Gotas de mi ser salpicaban las piedras que me ceñían al agua. Agua al agua. Balanceo.
Como lascas de espíritu materializado que me dejaban para rodar y rodar cieno abajo.
Siempre hacia abajo las briznas se ligaban al rocío y así, mansamente, me amasaban como fango para devolverme al seno que nos parió a todos.
A la madre. Nunca al cielo.
Nunca al cielo de verdades que nos cierra las puertas de algún cosmos, girando. Girando... y ciñendo.
Atados a la matriz confundimos el sentido de la palabra libertad y nos creímos capaces de hacerla nuestra.
La ilusión nos cegaba como el charco de agua turbia donde hundíamos los cabellos. Y se tornaban fango, pues sólo en fango se transformaba todo aquello que creíamos que era aire.
En realidad la metamorfosis no era tal, sólo la caída del velo que nos devolvía la clarividencia, y el olfato que no engaña me volvió la espalda.

Y YO DÓNDE ME ENCUENTRO. Parte I: A este lado del espejo

EN CAMINO

El viento y la raíz.
La matriz.
El empeño por la vida
y sin embargo la falta de sosiego.

Partir.
Partir y reanudar.
Todo es siempre caminar,
trastocar y trastocarnos,
moldearnos al tornar
deseos en actos,
en desconsuelos,
en mareas,
en sueños.
Soñemos pues, soñemos,
que soñar es andar, es transmutar.

Idea y materia.
Alterar la conciencia si esa es la revelación,
la evasión,
el desenfreno que te pose
si el hartazgo embriaga
y te embriagas
o te engañas
y eludes con desgana
o atacas y muerdes y claro,
al final dañas
y te dañas
y te hundes en la maraña
y copias,
recreas hasta calzarte la máscara
o te internas en la cámara que crees que te salva.

O no.
O quizás desembocas al fin
a otra mañana,
a otra luz,
a otro alba.
Y granas
y brotas
y amas…
Sin concesión amas y devoras,
te ligas a veces aunque así a veces te engañas
pero en fin…
que de todo este trasiego algo ha de brotar.
al fin y al cabo siempre algo ha de germinar,
crecer,
florecer,
granar y desgranar
para morir, renacer,
alterar sin cambiar.
Vivir. Morir.
Y vivir.
Y continuar.

AHÍ VOY

¿Mi propio blog?
Supongo que por algún lado deberían salir a la luz las cosillas que me bullen por dentro y en el cuaderno. Nada más pretendo.
Gracias a Francho y a Benja por sus empujoncitos de mis letras a la luz.